Turandot
Julio 2026 | ||||||
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Lu | Ma | Mi | Ju | Vi | Sá | Do |
Drama lírico en tres actos y cinco cuadros
Libreto de Giuseppe Adami y Renato Simoni basado en la obra teatral homónima de Carlo Gozzi
Música de Giacomo Puccini
Argumento
Acto I
Cuadro I
En la primera escena el pueblo de Pekín escucha la proclama de uno de los mandarines del emperador ("Popolo di Pechino..."), por la que hace saber que la princesa se casará con aquel príncipe que responda correctamente los tres acertijos impuestos por su majestad. De no hacerlo así, el pretendiente morirá. Acto seguido, se comunica que el Príncipe de Persia ha fallado; por lo tanto morirá al salir la luna. La gente acude en masa a tal suceso. Llega entonces a la ciudad un anciano ciego, acompañado por una mujer que lo guía. Entre la multitud el ciego cae al suelo y es recogido por otro desconocido, que inmediatamente le reconoce como su padre: se revela entonces que el ciego es en realidad Timur, rey de los tártaros, quien, tras perder la batalla, fue exiliado junto a una esclava, Liú, que le sirve de guía y mendiga por él. El desconocido que le recoge no es otro que Calaf (cuyo nombre se descubre al final de la ópera, conociéndose a lo largo de ella como "el ignoto" o "el desconocido"), el príncipe tártaro, quien, ante el gesto de la esclava, pregunta por qué tan noble acto, y ella responde tímidamente que porque "un día, en palacio, usted me sonrió".
El verdugo Pu-Tin-Pao aparece ante el clamor del pueblo, que canta sobre la sangre derramada en el reino de Turandot, la princesa. Todo es jolgorio hasta que aparece el príncipe de Persia, joven apuesto y sereno, y el pueblo enmudece de compasión; enseguida piden piedad por su vida ("O giovanotto! Grazia, grazia..."). El desconocido príncipe que había ayudado a su padre en las calles observa con horror el espectáculo y se une al pueblo despreciando tan cruel acto. Pero es allí cuando hace su aparición la princesa, quien, con un gesto inmisericorde, ordena al verdugo que prosiga con la ejecución y vuelve a sus aposentos. El príncipe de misterioso origen cae completamente cegado ante la belleza de la princesa ("O divina bellezza! O meraviglia!"), de tal forma que decide quedarse allí y, sin escuchar las súplicas de su padre y de la esclava para entrar en razón, decide probar su suerte para conquistar el corazón de la princesa. Cuando se dispone a golpear el gong tres veces para entrar a la prueba, tres ministros del emperador, Ping, Pang y Pong, le cortan el paso para intentar convencerlo de que no se arriesgue por algo así, ya que, de todas formas, Turandot es solo una mujer y, siendo él tan poderoso, podría conseguir cuantas mujeres quisiera.
En ese momento, algunas cortesanas aparecen pidiendo silencio. Liú, la esclava, ruega otra vez al príncipe que desista, en uno de los momentos más dramáticos y cautivadores del primer acto, un aria que requiere un tono soprano muy cuidado en su modulación y ejecución ("Signore ascolta"). Pero el príncipe le dice que ya es tarde ("Non piangere Liù"), y que lo hará de todas formas, por lo que le pide que acompañe a su padre antes de dirigirse al gong gigante montado en el escenario, que golpea tres veces (uno de los momentos más dramáticos de la ópera).
Acto II
Cuadro I
Cerca del palacio del Emperador
Los tres ministros, Ping, Pang y Pong, narran sus desventuras y las situaciones por las que han tenido que pasar por el capricho de la princesa, en un acto más liviano para el espectador. Hacen un repaso de los distintos pretendientes que la princesa ha tenido y los tres cantan para finalizar, que puedan por fin volver un poco a sus hogares para descansar tras un final feliz con casamiento y poder lograr así un poco de paz para China. Desde el palacio les anuncian que se presenten para el enésimo pretendiente, lo que nos lleva al siguiente cuadro.
Cuadro II
Palacio del Emperador
Llegan los ministros, y los guardias y cortesanas se aprestan a la llegada del emperador, quien preside la ceremonia, aclamado por el pueblo. Él mismo intenta advertir y detener al príncipe, deseando querer parar con el baño de sangre y no queriendo "cargar con el peso de la joven vida" por las pruebas, pero recibe la negativa del solicitante. El mandarín lee nuevamente la ley impuesta al perdedor, quien deberá morir si falla.
Turandot aparece en escena y explica el porqué de su fría actitud frente a sus pretendientes ("In questa reggia..."). Una de sus antepasadas, la princesa Lou-Ling, fue violada por un extranjero y dejada por muerta. Ella desea vengarla entonces, imponiendo su prueba mortal a todos los príncipes que vienen de distintos reinos para conquistarla. Luego, Turandot misma, formula los enigmas. El primero es: "En la oscura noche vuela un fantasma iridiscente. Se eleva y despliega las alas sobre la negra e infinita humanidad. Todo el mundo lo invoca y todo el mundo lo implora, pero el fantasma desaparece con la aurora para renacer en el corazón. ¡Y cada noche nace y cada día muere!". El príncipe piensa y acierta respondiendo: "la esperanza". Turandot prosigue: "Surge como una llama, y no es llama. Es a veces delirio. Es fiebre de ímpetu y ardor. La inercia lo torna en languidez. Si se pierde o mueres, se enfría. Si anhelas la conquista, se inflama. Tiene una voz, que escuchas palpitante, y del ocaso, el vivo resplandor", y la respuesta al segundo enigma es "la sangre". Finalmente, temblorosa y perdiendo la compostura, formula el tercer enigma: "Hielo que te inflama y con tu fuego aún más se hiela. Cándida y oscura. Si libre te quiere, te hace más esclavo. Si por esclavo te acepta, te hace rey". Al verlo dudar por varios instantes, Turandot ríe de la suerte del concursante. Éste, al observarla directamente a los ojos y contemplar su belleza, se reincorpora triunfante y responde: "Turandot". El consejo de mandarines acepta la respuesta como correcta y el reino se regocija, vitoreando al ganador. Entonces, ella clama a su padre por piedad que no entregue a su hija en manos de este extranjero, pero el emperador contesta que la palabra fue dada. El príncipe, al ver la resistencia de la princesa le propone un nuevo acertijo: si ella adivina su nombre antes del alba, él morirá ("Dimmi il mio nome e all'alba morirò..."). Ella acepta la apuesta.
Acto III
Cuadro I
Noche. Jardines del Palacio
Turandot ordena que habrá pena de muerte para todo aquel que sepa el nombre del príncipe y no lo diga. Los guardias recorren las calles entonces, pidiendo que nadie duerma en Pekín. El príncipe entonces canta el aria más famosa de la ópera, Nessun dorma ("Nadie duerma") en la noche, y que es la pieza más destacada de la obra. Ping, Pang y Pong se presentan nuevamente intentando convencer al príncipe otra vez para que termine con esto, intentando ofrecerle mujeres y riquezas, pero él sigue firme en su decisión de conseguir lo que se propuso. Los guardias, entonces, encuentran a su padre, Timur, y a Liú, a quien amenazan de muerte para que revele el nombre del príncipe. Llegan la princesa y Ping, quienes, a través del verdugo, empiezan a torturarla, pero Liú, entonces, declara que ella sabe el nombre, pero se niega a declararlo incluso diciendo que pueden torturarla hasta el cansancio, pero ella no cederá. Se ejecuta entonces otra importante aria dentro de este acto, cargada de dramatismo romántico en donde Turandot pregunta a Liú el porqué de su fuerza interior para soportar tal dolor ("Chi posse tanta forza nel tuo cuore?"), a lo que la esclava responde que es amor ("Principessa, l'amore!"). Le brinda entonces, según sus palabras, su amor a su señor mediante el silencio del amor inconfeso, agregando que si ella le brinda su nombre, ella le dará su amor y ya no le quedará nada. Le advierte incluso a la princesa que ella también caerá rendida a su amor, y en un acto final de sacrificio por amor ("Tu che di gel sei cinta"), toma una de las armas de los guardias a su lado y se suicida. El coro de la gente de Pekín grita "Parla! Parla! Il nome!", mientras Liú muere en brazos del príncipe, manteniendo su palabra hasta el final. Su padre, Timur, se retira junto al cuerpo de Liú, el cual es trasladado por los guardias a su morada final. Perturbado por el acontecimiento, el príncipe se enfrenta a Turandot recriminándole su frialdad al derramar sangre inocente ("Principessa di morte, Principessa di gelo!") y agregando que "su hielo es una mentira". Tras una larga conversación, el príncipe logra besarla, quebrando la rígida actitud de la vengativa monarca, al punto de que acepta su derrota, pidiéndole que no la estreche entre sus brazos. Finalmente, el príncipe, con resignación revela su nombre: "Io son Kalaf, figlio di Timur" ("Soy Calaf, hijo de Timur"). Es el amanecer, y suenan las trompetas de palacio.
Cuadro II
En el Palacio
El Emperador se hace presente junto a toda su corte frente a su pueblo ("Diecimila anni al nostro Imperatore!"), para que su hija, la princesa Turandot revele el nombre del misterioso príncipe. Todos esperan expectantes la respuesta y cuando el momento llega, ella responde a su padre que conoce el nombre del extranjero "Il suo nome è ...Amor" ("Su nombre es... amor"). El pueblo estalla en alegría, exclamando:
Amor!
O sole! Vita! Eternità!
Luce del mondo e amore!
Ride e canta nel sole
l'infinità nostra felicità!
Gloria a te! Gloria a te!
Gloria!
¡Amor!
¡Oh, sol! ¡Vida! ¡Eternidad!
¡Luz del mundo es el amor!
¡Ríe y canta bajo el sol
nuestra infinita felicidad!
¡Gloria a ti! ¡Gloria a ti!
¡Gloria!
La celebración se realiza dentro de un vibrante final, con todos los coros participantes de la obra cantando esta última estrofa juntos.
Programa y reparto
Ópera en italiano con sobretítulos en italiano e inglés.
Duración: aproximadamente 3 horas, con descanso
Director | Vincenzo Milletarì
Director escénico | Vasily Barkhatov
Escenografía | Zinovy Margolin
Vestuario | Galya Solodovnikova
Iluminación | Alexander Sivaev
Coreografía | Dina Khuseyn
Reparto:
Princesa Turandot | Anna Pirozzi (5, 8, 11, 14) / Inara Kozlovskaya (7, 10, 12, 15)
Emperador Altoum | Raúl Giménez
Timur | Alexander Vinogradov
Calaf | Brian Jagde (5, 8, 11, 14) / Angelo Villari (7, 10, 12, 15)
Liù | Pretty Yende (5, 8, 11, 14) / Hasmik Torosyan (7, 10, 12, 15)
Ping | Gianluca Failla
Pang | Matteo Macchioni
Pong | Francesco Pittari
Un mandarín | Hae Kang
Primera doncella | Leslie Olga Visco ♮
Segunda doncella | Valeria Attianese ♮
Príncipe de Persia | Massimo Sirigu ♮
Orquesta, Coro y Coro de Niños del Teatro di San Carlo
Director de Coro | Fabrizio Cassi
Director del Coro de Niños | Stefania Rinaldi
Producción del Teatro di San Carlo
♮ Coro del Teatro di San Carlo
Teatro di San Carlo
Teatro di San Carlo Napoli; Ópera de San Carlo; Real Teatro di San Carlo Naples.
El Real Teatro di San Carlo, su nombre original bajo la monarquía borbónica, pero hoy en día conocido simplemente como Teatro di San Carlo, es un teatro de ópera en Nápoles, Italia. Está situado junto a la céntrica Piazza del Plebiscito, y conectado con el Palacio Real.
Es uno de los lugares de ópera pública más antiguos y activos del mundo, inaugurado en 1737, sólo cinco años después del Teatro Manoel de Malta y décadas antes que los teatros La Scala de Milán y La Fenice de Venecia.
La temporada de ópera va de finales de enero a mayo, y la temporada de ballet va de abril a principios de junio. La casa tenía una capacidad de 3.285. pero hoy en día se ha reducido a 1.414. Dado su tamaño, estructura y antigüedad era el modelo para los siguientes teatros en Europa.
Historia del teatro de la ópera
Encargado por el rey Borbón Carlos VII de Nápoles (Carlo VII en italiano), Carlos quiso dotar a Nápoles de un teatro nuevo y más grande que sustituyera al viejo, destartalado y demasiado pequeño Teatro San Bartolomeo de 1621, que había servido bien a la ciudad, sobre todo después de que Scarlatti se hubiera trasladado allí en 1682 y hubiera comenzado a crear un importante centro de ópera que existía hasta bien entrado el siglo XVIII.
Así, el San Carlo fue inaugurado el 4 de noviembre de 1737, día del nombre del rey, con la representación de la ópera Achille in Sciro de Domenico Sarro, basada en el libreto de 1736 de Metastasio que había sido musicalizado ese año por Antonio Caldara. Como de costumbre, el papel de Aquiles fue interpretado por una mujer, Vittoria Tesi, llamada "Moretta"; la ópera también contó con la soprano Anna Peruzzi, llamada "la Parrucchierina" y el tenor Angelo Amorevoli. Sarro también dirigió la orquesta en dos ballets como intermezzi, creados por Gaetano Grossatesta, con escenas diseñadas por Pietro Righini. Las primeras temporadas pusieron de relieve la preferencia real por los números de baile, y aparecieron entre los famosos castrati de los intérpretes.
A finales del siglo XVIII, Christoph Willibald Gluck fue llamado a Nápoles por el empresario Tufarelli para dirigir su Clemenza di Tito de 1852 en el teatro, y Johann Christian Bach en 1761-62 trajo dos óperas, Catone in Utica y Alessandro nell'Indie.
1737: Construcción del Teatro di San Carlo
El nuevo teatro de la ópera fue diseñado por Giovanni Antonio Medrano, arquitecto militar, y Angelo Carasale, ex director del San Bartolomeo. El auditorio en forma de herradura es el más antiguo del mundo. Fue construido a un costo de 75.000 ducados. La sala tenía 28,6 metros de largo y 22,5 metros de ancho, con 184 palcos, incluidos los de proscenio, dispuestos en seis órdenes, más un palco real con capacidad para diez personas, para un total de 1.379 asientos. Incluyendo una sala de pie, el teatro puede albergar a más de 3.000 personas. El fastidioso compositor y violinista Louis Spohr revisó muy detenidamente el tamaño y las propiedades acústicas de este teatro de ópera el 15 de febrero de 1817 y llegó a la conclusión de ello:
no hay mejor lugar para el ballet y la pantomima. Los movimientos militares de infantería y caballería, las batallas y las tormentas en el mar pueden representarse aquí sin caer en lo ridículo. Pero para la ópera, la casa es demasiado grande. Aunque las cantantes, la señora Isabella Colbran,[Prima Donna de la compañía de ópera Teatro San Carlo y futura esposa de Rossini], y los señores Nozzari, Benedetti, etc., tienen voces muy fuertes, sólo se escuchaban sus tonos más altos y estentóreos. Se perdió cualquier tipo de expresión tierna.
Muy admirado por su arquitectura, sus decoraciones doradas y su suntuosa tapicería azul (siendo el azul y el dorado los colores oficiales de los Borbones), el San Carlo era ahora el teatro de ópera más grande del mundo[6] En relación con el poder del actual Reino Borbónico de las Dos Sicilias, Beauvert observa que el diseño de la casa, con sus 184 cajas sin cortinas, era tal que "nadie podía evitar el escrutinio por parte del soberano", que tenía su acceso privado desde el Palacio Real.
En 1809 Domenico Barbaia fue nombrado director de los teatros de ópera reales de Nápoles y permaneció al frente hasta 1841. Pronto se hizo famoso por sus producciones innovadoras y deslumbrantes, que atrajeron tanto al público como a los principales cantantes al teatro de la ópera.